Ya escribí de manchas en ropa de mi infancia
Aventuras que de niño no costaban
Caídas de las que me levantaba y no lloraba.
O quizá si lloraba,
Pero llorar era que el pajaroloco te hiciera reír después
Y seguir riendo, riendo
Hasta que el olor a vómito te despertaba
Y mirar a tu madre a las 4 de la mañana
Casi sonámbula agarrada a la ventana,
Estrujada de su violenta sesión alcoholizada
En penumbras alcanzar la cobija que se cayó de la cama,
Arroparte y comenzar a esperar.
Tras 20 años de espera tirar la cobija,
Y seguir oliendo a vómito.
Un mal día llegas destrozada diciendo que nadie te quiere porque eres fea,
Con tu mismo olor, con tu mismo aliento de siempre
Y me doy cuenta de quien siempre has sido,
Y de lo tonto que fui al querer cambiarte.
Mi mami no necesita dar explicaciones,
Porque a sus cincuenta y seis años
Me ha dado más de lo que lo podré regresarle algún día.