
El caído.
Te escribo desde el límite de los caídos
Frontera colindante con la vida y la muerte
Te sorbo en mi último respiro de fe
Te huelo en humo de un gris prohibido
Te espero a la orilla de esta fría hora que va
Lenta y segura de su inevitable destrucción
Arañas parlantes que caminan a mis pies
En esta cuna donde todos duermen tranquilos
Donde los vivos sólo parecen estar vivos
Me uno a la fila de los caídos
De los tristes y desilusionados aldeanos
De este pueblo de tontos y perdedores
Me uno a la cosecha de sueños y anhelos
A la matanza descabellada de toda esperanza.
Te espero junto al silencio de madrugada
Junto a los ladridos de perros callejeros que pasan,
Te sigo en los pasos de un niño perdido que transita
Junto a su desdicha de una infancia corrompida
Te lloro en las lágrimas de un cielo que cae a pedazos,
En los charcos helados que se forman en el suelo,
En las anécdotas que el viejo cuenta mientras se mece,
Te bebo en cada segundo de espera
Porque tu presencia es mi paraíso más líquido
Me rindo a tus pies en esta vida de injustos
Donde no soy más que otro caído
Pero para ti soy un ser integro, lamento decirte
Qué sólo soy un ser humano
Que merece una segunda oportunidad.
Para volver a comenzar, y volver a ver nuevos amaneceres.
CARLOS ENRIQUE MANCILLA RODRÍGUEZ.